Recientemente se dio a conocer esta escultura en honor a Martin Luther King. Se titula El Abrazo
No conozco en detalle la historia de las luchas de MLK, pero esta escultura me agrada. Representa el abrazo entre el homenajeado y su esposa momentos después de recibir el premio Nobel de paz. La escultura se basa en una fotografía famosa de la escena pero aprovecha las posibilidades de su medio para ir más allá.
La realidad es representada tal cual, en cuanto se observan los detalles de los anillos, las manillas y la posición de los brazos, pero estos últimos aparecen separados de los cuerpos que debían darles soporte, y en cambio, aparecen sosteniéndose mutuamente. Así, es difícil distinguir una parte de la otra y nos quedamos solamente con la esencia del abrazo que, libres de sus ejecutores, representa cualquier abrazo. La escultura invita a la interpretación, y nos habla de solidaridad, hermandad y apoyo.
¿Qué sentido tendría hacer una escultura de MLK tal cual? Bien podría imprimirse en 3D, y venderse en figuritas a los turistas.
La esposa rechazó la obra, y la noticia ha sido que esta escultura no ha sido del agrado popular. La anécdota es que un niño dijo que parecía un pene. No quiero pensar que tengo mala imaginación o que soy mojigato, pero realmente me cuesta encontrar la forma fálica. ¿A eso terminamos reduciendo aquello que nuestras palabras no logran abordar? Uno quisiera enterrar a Freud, pero la humanidad no deja.
Tuve que dedicarle una entrada porque me repugna que la expectativa popular sea cualquier representación que no trasgreda nuestro mundo. Si no es para eso ¿para qué hijueputas entonces es que sirve el arte?
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